La Revolución tiene nombre; pedagogía feminista. Por Ana Díaz Acosta

En contraposición al actual sistema capitalista, si nos centramos en el enclave educativo, tiene su origen lo que se denomina Pedagogía Feminista. Esta nace como alternativa a la deconstrucción del patriarcado y androcentrismo que conforman las actuales estructuras de la educación. 
Es una teoría relativamente nueva, aunque a mi parecer estaba ya afianzada en nuestros subconscientes críticos. 


Dentro del sistema educativo hemos sido estudiantes, aprendices de conocimientos, valores y creencias… pero, las generaciones están en constante transformación y van pidiendo cambio para adaptarse a este panorama líquido, como decía el famoso sociólogo polaco Zygmunt Bauman. 
El fácil y temprano acceso a los mass media supone la interiorización de elementos sociales no muy acordes con la transformación del actual sistema. Con ello, me refiero a la gran cantidad de “influencers” que se atreven a difundir valores machistas que, evidentemente calan en las mentes más jóvenes. Uno de los últimos más sonados fue Naim Darrechi y su apología al machismo. Y entonces, ¿qué función tiene aquí la pedagogía feminista? 
En primer lugar, desmontar todos estos discursos que suponen la minusvaloración de la Mujer sea cual sea su clase social, sexualidad, raza o idiosincrasia que la envuelve. Además, aunque muchas personas aún no hayan contemplado por completo esto, la pedagogía feminista también incide en la protección y visibilidad de masculinidades contra-hegemónicas. 
En segundo lugar, la pedagogía como ciencia social y de reflexión sobre la educación unida al movimiento feminista, pretende construir una nueva sociedad por medio de la inteligencia emocional, la crítica y habilidades sociales. 


No me refiero a una sociedad más tolerante porque, como me dijo hace algunos años una antigua profesora de Universidad: no tenemos porqué ser tolerantes, esto sugiere tener que llevar algo sosteniéndolo en nuestra espalda y no debe ser así. Hablamos más de la aceptación de la diversidad como fuente de enriquecimiento, respeto y evolución. 
Por último, aunque todo este entramado parezca muy difícil de alcanzar, ya que tenemos que lidiar día a día con discursos políticos públicos que dan voz al patriarcado y silencian con fronteras sociales la voz de la Mujer, si no empezamos a caminar todos y todas a una no llegaremos a ver el horizonte. 
Cerremos la puerta a todas esas leyes con distintos colores que plantean el patriarcado encubierto y promovamos la pasión por la pedagogía y su unión con el movimiento feminista.






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