BESULP; por Miguel Ángel Rincón Peña

“Temprano levantó la muerte el vuelo”. Parafraseo a Miguel Hernández porque no creo que haya mejor arranque para este artículo que ese verso de la Elegía a Ramón Sijé. La madrugada anterior a la noche de Reyes se nos fue un gran poeta, el villamartinense Diego Alpresa, conocido en el mundo literario como ‘Besulp’. Falleció en el hospital Virgen de las Montañas, donde llevaba un mes ingresado. Casualmente, yo estuve varios meses intentando contactar con él, pero no lo conseguí. Pregunté a amigos comunes, a varios paisanos que pudieran conocerle, pero nada. Es lo que sucede cuando cambiamos de móvil, a veces, algunos contactos se extravían por arte de magia.


Diego fue un tipo auténtico, con mucho talento a la hora de plasmar sus pensamientos en negro sobre blanco. No tenía pelos en la lengua y escribía como vivía, con la máxima sinceridad. Podía ser ácido, romántico, irónico… y todo ello con su propio sello personal. Besulp, se definió una vez en la barra de La Taberna Irlandesa: “yo soy un tío mu raro”.

Me hubiera gustado mucho poder contarle que cité unos versos suyos en mi último poemario; que releo sus libros de vez en cuando, esos que me regaló junto a un CD con la grabación de uno de sus recitales en un bar de Villamartín, allá por los años noventa. Y volver a conversar con él, volver a invitarlo a las lecturas que organizamos todos los agostos en mi pueblo, volver a tomarnos un tubo de cerveza y un chupito de güisqui (yo de ron). Pero Diego se ha marchado y yo no he podido decirle nada.

He pensado mucho en estos días sobre esto que les cuento, y ahora me pesa no haber buscado con más empeño ese número de teléfono, o no haberme decidido a ir a su casa…, no interesarme más por él, en definitiva. Es bastante habitual eso de querer decir algo o ver a alguien, e irlo aplazando para más adelante, para otro día. El modo de vida que llevamos, tan acelerado, como si de una carrera se tratase, nos impide pararnos y hacer lo que antes decía: llamar a ese amigo o familiar del que hace tiempo no sabemos nada, y tomarnos un café o una copa con esa persona a la que queremos ver, con la que queremos estar, con motivo o sin el, y conversar tranquilamente.


Puede ser un buen propósito para este nuevo año que recién comienza. Un año que, esperemos, sea mejor que el anterior, aunque eso no sea muy difícil, porque el 2020 fue, en líneas generales, bastante triste. Yo ya he hecho una lista con todas las personas que quiero ver, personas con las que necesito estar, aunque sólo sea por un momento. Hay que ser conscientes de que hoy estamos aquí, vivitos y coleando, pero mañana puede ser totalmente diferente. Aprovechemos la vida lo máximo posible, porque somos diminutos granos de arena en mitad del universo, una maravillosa casualidad, así que levantemos el pie del acelerador y aminoremos la marcha, que se nos va la vida y ni nos damos cuenta de ello.


Ahora, me voy a tomar un machaquito en su recuerdo y... que me quiten lo soñado.


Miguel Ángel Rincón Peña.


NOTA: En el siguiente enlace pueden leer un relato de Besulp (página 141) El mar en la puerta de mi casa





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