Lazos inquebrantables: Mico y yo, por Alba Luna Rodríguez

Un día del año 2011 llegó a mi casa una pequeña bolita blanca y negra de dos meses de edad y que ya tenía nombre: Mico. Estaba todo previsto para su llegada: manta, comedero, bebedero, comida, juguetes, cama... Cuando llegó estábamos esperándolo en la puerta de casa, entusiasmadas y deseando abarcarlo entre nuestros brazos. En ese momento jamás pudimos pensar que se forjaría un lazo tan fuerte con Mico.

Hay quien pensará que es un simple perro, un animal y que estaré loca pero en absoluto: sólo las personas que conviven con animales saben lo que se siente. Estos seres tan especiales dan mucha compañía, están presentes en muchos momentos duros de tu vida y pueden llegar a tener las mismas vivencias que tú e incluso en muchos casos a personas que están deprimidas las ayudan a salir de ese duro trance. 

Desde entonces Mico y yo nos hemos hecho inseparables. Cuando estamos cada uno por un lado nos falta la otra mitad. Y estoy segura que en Mico también es así porque siempre me espera impaciente en la puerta de casa y cuando me ve llegar se vuelve loco, siente una inmensa felicidad cuando escucha mis pasos acercarse a la puerta de casa. 

Hemos hecho varios viajes juntos, desde visitar los Lagos de Covadonga en los Picos de Europa, caminar por la calzada romana de Baños de Montemayor, dar un paseo por Comares hasta caminar por el Castillo de Santa Catalina de Cádiz, por citar algunos lugares. Claro está que recorreremos todos los destinos juntos. Cuando llega el verano nos damos un chapuzón en las playas caninas de San Fernando y la provincia de Málaga, y aunque nos alojamos en casas rurales con piscinas Mico se resiste a meterse en ella (claro está que podría hacerlo si le apeteciera). 

De senderismo ya ni hablamos, Mico y yo hemos hecho muchísimos kilómetros juntos descubriendo cada vez nuevos caminos y nuevos paisajes. Nos encanta disfrutar de la naturaleza y nunca nos cansamos, al revés, siempre queremos explorar nuevas rutas y dejarnos sorprender por el entorno. Hemos subido los Picos Algarín y Las Grajas de El Gastor, observando en las cimas el embalse y los pueblos cercanos; nos hemos atrevido a hacer la ruta del Saltillo en Canillas de Aceituno, bautizada como el otro caminito del Rey; hemos podido seguir el cauce del arroyo de la Ventilla en Arriate, y así hasta un sinfín desde que nos iniciamos en el senderismo.

Poco a poco Mico va cumpliendo años y yo ni me entero siquiera, parece que fue ayer cuando él llegó a mi vida. Ahora tiene 9 años y sigue con la misma energía y vitalidad desde que lo conocí y espero que nos queden muchos momentos más por vivir juntos.
Así que aprovechando mi experiencia personal con Mico, animaría a todas aquellas personas que sepan apreciar a un buen compañero de vida que adopten, y que les den una oportunidad a tantos animales como esperan en refugios y perreras. Sin duda, les cambiará la vida...

Comentarios

  1. Adoptar un animal no sólo les cambia la vida a ellos a quienes les adoptan también, ese mensaje también es importante transmitirlo y tu articulo asi lo refleja.Las personas que amamos a los animales nos vemos reflejadas en él.

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