¿Sabéis
de esa extraña sensación de saber que tenéis potencial para lo que os apasiona,
pero el factor material ejerce de barrera?
¿Sabéis de esos momentos del
día en los que la nostalgia recorre tu mente, te lleva al pasado e inmediatamente
recuperas la noción del tiempo volviendo al presente?
¿Sabéis de esos días en los
que te sientas en la cama mirando al suelo o incluso en la silla del escritorio
mirando por la ventana de la habitación y te haces a ti mismo las siguientes
preguntas: “¿qué sentido tiene esto…?”, “¿cuál es la razón de la
existencia…?”, “¿qué será de mi mañana…?”, “¿Influirá todo esto en algo…?”.
Decenas de preguntas y cientos
de ellas más se formulan en nuestra mente cada día esperando ser respondidas en
algún momento de nuestra vida.
“La vida es muy dura…”, “la
vida son dos días y una nos la pasamos enfadados”, dicen
nuestros mayores. Claro, ellos han vivido y pasado por toda clase de males y
penurias. Al menos, comparado con los tiempos en los que vivimos a día de hoy.
La mayor parte de nuestra generación, la “milenial”, en gran parte
también se gana la vida como puede y donde puede.
Hace unos días, durante una
conversación por privado en la red social con una amiga, me comentó una cosilla
que os plantearé en este artículo, como viene siendo habitual, para que
reflexionemos. Por un lado, tiene que ver con el factor red social y por otro
lado con un factor material, que en muchos casos no depende de nosotros, el
dinero.
Cada vez se está poniendo más
de moda que las personas (sobre todo adolescentes y jóvenes de entre veinte a
treinta años) suban sus experiencias y vivencias a las diferentes redes
sociales (Instagram, Facebook, WhatsApp, Twitter, etc.) sobre todo en verano y
en periodo vacacional e independientemente de donde les pille (“cualquier
lugar es idóneo para inmortalizar el momento”), piensan muchos.
El caso es que hay muchas
personas que empiezan a notar poco a poco los perjuicios de la red social de
muy diferentes formas. Empiezo con la premisa de que no todas las personas, por
increíble que parezca, pueden permitirse un día de playa, o un día de piscina,
y…yendo un paso más allá, ni siquiera pueden permitirse “el lujo” o la
“libertad” de estar un rato entre colegas en una terraza.
Como ya expresaba en
anteriores líneas el factor externo, es decir, la ausencia de dinero, por
ejemplo, ejerce de barrera y obstáculo para muchos. Entremos en detalle:
La red social está afectando
en lo emocional y psicológico para muchas personas que se encuentran opositando
y muy de vez en cuando, cada cierto tiempo, entran en la red social y ven como
sus amigos y gente varia disfruta en festivales.
Para muchos otros afecta en el
sentido de que tienen complejos con su físico o de alguna manera se sienten
vulnerables de puertas de casa hacia fuera o incluso inferiores a los demás,
entrando en las redes sociales y viendo, no a voluntad propia, como modelos e
influencers muestran y venden sus cuerpos.
Para otras muchas personas
que, como ya he comentado antes, no pueden permitirse salir por no tener
recursos económicos y desearían formar parte de ciertos grupos sociales.
Es decir, ya sé lo que estáis
pensando, aquí lo sencillo sería decirles a estas personas que borren y
desinstalen esas aplicaciones y que no sean masoquistas, en el caso de que les
influyan negativamente.
Incluso se les podría decir,
que a unas malas ocupen su tiempo libre leyendo, viendo una peli, su serie
favorita, dando un paseo, cualesquiera de otras formas de ocupar la mente que
esté a su alcance, pero…se nos está escapando un detalle fundamental de cual
debemos reflexionar como sociedad. Primero; dentro de un factor emocional y
psicológico, las personas, ya de por sí conscientes de lo que se van a
encontrar en la red social, ven como una vía de escape o desconexión e incluso
de acercamiento lo que ocurre en el exterior, es decir, sentirse cerca de una
forma u otra de los suyos y de lo que la mente realmente les pide.
Y segundo, dentro de un factor
superficial, ¿estamos seguros de que en nuestro tiempo mandamos nosotros o nos
dominan las redes sociales? Porque, ¿cada cuánto tiempo subimos una historia a
Instagram o la miramos? ¿cada cuánto tiempo nos conectamos a Facebook o incluso
escribimos en Twitter?
Pero no solo eso, ¿sabéis
dónde notamos que la red social nos domina a nosotros y a nuestro tiempo?
Cuando (y esto nos puede pasar incluso en horario laboral) tenemos el impulso
de coger el móvil cada diez minutos para ver si tenemos una nueva notificación
pendiente.
Somos producto de mercado de
la propia tecnología y en el peor de los casos ni siquiera disfrutamos del
momento ni de una conversación sana y enriquecedora con la persona que tenemos
a nuestro lado. Preferimos capturar el momento en un aparto tecnológico el
cual, la mayoría de las veces, la gente ni siquiera se para a mirar atentamente
lo que hemos subido a la red. Y…sino pensáis igual, levantad la cabeza un
momento y observad vuestro alrededor. La mayoría de las personas están usando
en este preciso momento el teléfono móvil.
La red social influye en nuestro
día a día de manera considerable. Evidentemente cada persona puede hacer lo que
considere oportuno con su tiempo, vida y día a día.
Spoiler: A la gran mayoría nos
dominan los factores; “¿qué dirán?”, “¿qué hago ahora?”, ¿”me aceptarán?”,
“¿voy o no voy?”, “¿qué estarán haciendo?”, “¿tendré para esto?” …
Para terminar, permítanme que
les de un humilde consejo. Si hay algo que les apetece hacer y depende
exclusivamente de ustedes háganlo. Cuando una persona se priva de hacer algo
que depende exclusivamente de ella se está privando de un trozo de su libertad,
es decir, se está privando del único elemento de la vida que ni se puede
comprar con dinero ni tiene retroceso: el tiempo.
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