Libertad: Un pacto social y reglas compartidas para vivir en común.
Uno de los conceptos que
mayor debate está creando a nivel nacional y del cual se está prostituyendo su
significado es el de libertad. Para muchos la libertad tiene que ver con lo material,
es decir, depende del dinero que tienes puedes llegar a ser o a hacer ciertas
cosas. Para otros la libertad tiene ver con tener espacio y tiempo y hacer lo
que te gusta, al menos no con estar anclado a situaciones materiales para
desarrollarla.
Podemos diferenciar
entonces dos tipos de libertades; la libertad negativa o reaccionaria, que es
la que depende de los recursos económicos y la libertad republicana o positiva,
que es la que depende del espacio y tiempo, es decir, depende exclusivamente de
cada uno y no de factores terceros.
La libertad no es la
libertad para aislarte, para retirarte de la sociedad y aislarte en tu caverna.
Una parte más
reaccionaria o conservadora de España defiende la libertad formal: tienes
derecho formalmente a viajar, a trabajar de lo que te dé la gana y tienes
derecho a estudiar en el colegio que quieras. Lo único que lo amenazaría sería
el poder político y el Estado, es decir, tratarían de evitar que las políticas
y el Estado intervinieran.
En la práctica uno no es
libre para hacer todo aquello en lo que se necesita mucho dinero o cierta
cantidad de dinero, llamémosle “x”, eso no son derechos, son privilegios. Por
lo tanto, uno no es libre para acceder a ellos, sino que son privilegios a
disposición de solo unos pocos.
Una parte más progresista
comparte y defiende una idea más republicana de libertad: la libertad es poder
vivir sin dominación. Tal como decía Nina Simone, una cantautora
estadounidense: “la libertad es vivir sin miedo”, y por lo tanto que la
libertad es tener las condiciones concretas para la autonomía individual y para
la autonomía colectiva de la sociedad y de la comunidad en la que se vive. Es
por lo tanto una libertad en positivo y es una libertad que requiere las
condiciones concretas para realizarse.
Pongamos unos ejemplos: una
familia que gana mil euros no puede llevar a sus hijos a un colegio que cuesta
mil doscientos euros al mes. Es una libertad formal, pero que no puede llegar a
realizarse porque no disponen de los recursos suficientes para ejecutarlo. Es
algo que solo está al alcance de unos pocos.
La libertad no solo se
defiende frente al Estado y frente al poder político. Hay muchos poderes
salvajes que no pasan por las urnas frente a los que hay que defender la
libertad.
Alguien que tenga la
necesidad desesperada de pagar el alquiler del piso no puede elegir libremente
qué trabajo le ofrecen, Si te quejas en el trabajo de mil euros al mes te
pueden decir: “hay cien personas esperando en la puerta, lo coges o lo dejas”.
Esos mil euros en la práctica no son libres.
Deberíamos rechazar
mediante un pacto social el concepto reaccionario de libertad: la libertad de
los ricos a secesionarse.
Existe en la actualidad,
debido a las reglas del juego del cambio político de la secesión, el derecho de
quien más tienen a decir o expresar: “no me afectan las normas comunes, así que
no respeto las normas generales de la sociedad”.
Es como estar en la ley
de la selva, del sálvese quien pueda. La lucha del penúltimo contra el último.
La libertad es la libertad sin condiciones precarias, imaginarte un futuro
mejor, con mejores proyectos de vida, porque garantiza igualdad de
oportunidades y que no vivas con incertidumbre y en caso de duda se protege la
ley del más débil.
Entremos de manera más
profunda en contenido. Cuando compramos algo el instrumento es el dinero con el
que compramos, pero en realidad estamos comprando con el tiempo de vida que
tuvimos que gastar para obtener ese instrumento de intercambio. Cuando
gastamos, gastamos tiempo de vida, con la diferencia que es lo único que no se
puede comprar porque miserablemente la vida se gasta, se agota, se acaba.
Entonces gastamos vida para perder libertad.
Lo que nos hace felices,
por ejemplo, está muy ligado a las emociones, las ilusiones y los sentimientos
y para cultivarlos hay que tener tiempo libre. Hay que tener tiempo para la
familia, las amistades, la pareja…, en definitiva, para relaciones personales.
Si multiplicamos nuestras
necesidades materiales porque tenemos que cubrir unas necesidades infinitas
tenemos que trabajar de manera infinita para cubrir esas necesidades. Ahí
estamos acortando un buen trozo de nuestra libertad. En el momento que logramos
ser feliz con poco, admirando el fruto de nuestro trabajo y valorando lo que
nos rodea podemos concebir la libertad como algo natural, que depende de
nosotros. Esto que estáis leyendo no es apología a la pobreza, sino a la
sobriedad.
¿Cuándo somos libres?
Somos libres cuando hacemos algo que a nosotros nos gusta sin perjudicar a
otros. Mientras hacemos algo por obligación porque nos tenemos que ganar la
vida no somos libres, y menos aun si esa libertad conceptual depende de
terceros.
Si cada persona tiene la
garantía y la solvencia emocional de elegir lo que quiere hacer y disfruta de
ello (jugar con su hijo, escribir una novela, tomar una cerveza, estar con los
amigos) ahí está ejerciendo su parcela de libertad, porque decide lo que quiere
hacer y lo que le gusta sin perjudicar a terceros incluso con sus propias
decisiones.
Se concibe como algo no
profesional porque es decisión propia, individual, que depende única y
exclusivamente de la persona pudiendo disfrutar de la libertad para con los
demás.
Una de las reflexiones
más grandes que debe afrontar en este campo el ser humano en su existencia es
la siguiente: ¿Qué es lo más grande que tengo? El 99% de la sociedad diría que
su hijo, su casa, su coche, su cortijo, su familia… Pero la respuesta es
incluso más grande y radica en una sola palabra, algo que no se puede comprar
en un supermercado, algo que no se puede concebir con otra persona, algo que no
se hereda por descendencia, algo que para disfrutarla hay que ir al origen de
las anteriores mencionadas: la vida.
Lo más grande que tenemos
es la propia vida y a partir de ahí se deben desarrollar lazos en común para
desarrollarla en libertad, y cuando escribo “lazos en común” no significa
necesariamente socializar con los demás para estimular sentimientos y procrear
más vida sino más bien al ámbito más subjetivo de nuestra existencia: vivir la
vida estableciendo y desarrollando reglas compartidas para convivir sin
perjudicar al otro.
Se podría escribir
tranquilamente que el concepto de libertad está muy ligado a la acepción de equilibrar
la balanza entre los que más tienen y los que más necesitan. Una sociedad más
justa e igualitaria.
Eso se consigue con un
pacto social para vivir en común y para poder vivir y disfrutar libremente de la
vida.
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