La Navidad en el pueblo (ayer y hoy); por Paqui Muñoz

La Navidad y en general todas estas fiestas han ido cambiando con los tiempos. Yo no voy a entrar en el tópico típico de que todo lo pasado fue mejor, ya que eso dependerá de la percepción de cada cual. Yo escribo desde mi propia experiencia, aunque intentaré abrir la ventana de mi mente para mostrar una panorámica más general de cómo acontecían las fiestas navideñas en el pasado.

Cuando yo era niña, allá por los años sesenta, la figura de Papá Noel era inexistente, los Reyes Magos tenían la hegemonía completa. Cuando yo era niña los reyes no eran magos, eran unos reyes bastante selectivos y con la magia muy limitada. En mi casa no dejaban nada, ni siquiera carbón para calentarnos. Sólo traían regalos a los niños y las niñas de las familias con cierto poder adquisitivo.

El único detalle que me hacía notar la presencia de la navidad era una preciosa e inaccesible caja de polvorones que yo miraba con la misma esperanza de alcanzarla con que se mira la luna, ya que mi madre la colocaba en el sitio más alto del ropero. Era un bien escaso que había que dosificar para que durara todas las navidades.

Los días señalados, mi madre nos daba un polvorón y un poquito de anís en un minúsculo vasito. Ahora casi les habrían quitado la custodia de los hijos por tal motivo. Las cosas cambian...

Eran malos tiempos y eran grises las navidades (las mías). Lo único que ponía un poco de color eran los envoltorios de los polvorones que usábamos como mágicas pantallas para mirar al sol y comprobar con asombro que el mundo cambiaba de color dependiendo del papel con que se mirara. Yo no sé si alucinábamos sólo con el papel o si también contribuía el sorbito de anís, pero el caso es que la navidad se tornada un poco más cromática.

En esa época empezó, tímidamente, nuestra propia  revolución industrial pradense, que poco a poco fue afianzándose y dotando al pueblo y a las familias de mayor poder adquisitivo, lo cual se tradujo en mejores navidades y, sobre todo, en reyes muchísimo más magos que antes.


Francisco Reguera Yuste

Ya sus majestades dejaron de ser tan austeros y selectivos y les traían regalos a todo el mundo en un despliegue de igualdad antes nunca visto.

Mencionaré dos cosas que eran muy típicas de estas fiestas en el pueblo y que mucha gente recordará: las llamadas "reuniones" y las serenatas. Ambas se fueron perdiendo y ahora son sólo un lejano recuerdo.

Entre la juventud de Prado del Rey, era costumbre por estas fechas organizar reuniones, en las que nos juntábamos para relacionarnos, bailar e iniciarnos (la juventud más incipiente) en los primeros cortejos de esa ciencia no escrita del "ligoteo". Se alquilaban casas vacías o salones que se decoraban con grandes cantidades de papel e ingenio, de tal forma que quedaban convertidos en auténticas cavernas donde, como en la de Platón, la realidad se distorsionaba, abriéndose todo un mundo de enigmáticas posibilidades. Música melódica, luz difusa, roce de cuerpos y un ejército de hormonas batallando. Unas queriendo y no pudiendo y otras sin querer queriendo. En fin, una ardua batalla, ya que por aquellos entonces la férrea losa de la represión y el recato de la mujer aún había que darle brillo y esplendor. Corrían los años setenta y el dictador aún tenía un pie en el infierno y otro en España. Luego vendría el desmelene, en los ochenta, pero en los pueblos no pasaba de ser un leve despeinado.

La Nochevieja siempre la recuerdo multitudinaria y emocionante, pero muy diferente a la de ahora. Los disfraces eran simples y no tan ingeniosos y elaborados como en la actualidad. Nada más acabar las campanadas cada cual se iba a su reunión y la plaza se quedaba vacía y chorreando por la lluvia de cava.

La otra costumbre que existía en el  Prado del Rey de antaño por la época navideña era la de las serenatas. Como en este pueblo siempre ha habido tanta afición a la música y las orquestas proliferaban como los hongos, era normal que mucha gente (hombres en su mayoría) dominaran algún instrumento musical. Así que por éstas fechas prenavideñas se juntaban grupos de amigos e iban a las casas de sus novias (aunque también se le cantaba a las amistades más conocidas). 

He de admitir que en mi casa tuvimos el privilegio de tener una hermana, la mayor, con novio músico, lo cual nos permitía al resto disfrutar de esa mágica experiencia. Que te despierten en plena madrugada con los acordes de "Perfidia" saliendo de una trompeta no tiene precio. En mi casa se prolongaron las serenatas durante algún tiempo, ya que tanto yo como mis hermanas teníamos novios músicos. Ahora sería imposible, y no porque no haya músicos, sino porque no hay silencio. No obstante, animo a la juventud, chicos y chicas, a que canten o toquen bajo las ventanas de sus parejas, es una experiencia única.


Francisco Reguera Yuste

Pero el tiempo fue pasando y cambiándolo todo, incluidas las navidades. No sé exactamente en qué momento se pusieron de moda los petardos y la espuma, creo que por los años noventa. La Nochevieja se convirtió en un evento altamente peligroso. En la plaza sólo osaba entrar la juventud más atrevida, ya que los petardos se tornaron casi en cócteles molotov y la espuma era proyectada a diestro y siniestro entre la gente que corría despavorida huyendo del pringoso chaparrón.

Poco a poco aquella forma de celebración fue desapareciendo y dando paso a lo que viene siendo en la actualidad. 

La Navidad y en general todas estas fiestas hoy en día se viven con mucha ilusión en nuestro pueblo. La noche por excelencia sigue siendo la última del año, en la que, desde hace bastante tiempo, se derrocha ilusión y destreza a partes iguales dando como resultado un auténtico despliegue de disfraces elegantes, elaborados e ingeniosos que son un verdadero reclamo turístico, por cuanto que esta forma de celebración es muy original y no se da en otras localidades. Ya no se queda la plaza desierta como antaño, al contrario, la gente se instala allí con todos los pertrechos de la botellona y se convive compartiendo amistad, risas y diversión al son de la música que el Ayuntamiento pone para disfrute del pueblo.

Con el paso de los años la estética navideña ha adquirido una relevancia desmesurada. Antiguamente los adornos eran pocos y sencillos. Ahora las ciudades y pueblos compiten a ver quién pone más bombillas. Los alumbrados navideños se han convertido en reclamo turístico. Las luces se cuentan por cientos, por miles...

Los críos y crías siguen siendo quienes más disfrutan por estas fechas.

Desde hace ya bastante tiempo los Reyes Magos conviven de forma amistosa con el bonachón de Papá Noel y entre ambos llenan de regalos las casas. El consumo se dispara y se disparan también los machacones mensajes imperativos de bondad, solidaridad, amor y felicidad, eso sí, todo envuelto en precioso papel de regalo. Pero esa es otra historia, la triste historia del capitalismo, donde todo tiene un precio, donde todo, todo, se convierte en producto de consumo. Los regalos son los que sirven para medir el amor o la amistad, son presentados como una especie de "detectores" del cariño. Pero bueno, repito que esa es otra historia...

He intentado hacer un relato que deja fuera muchísimos aspectos y detalles de cómo eran estas fiestas en el pueblo, pero he querido destacar algunas curiosidades que a la juventud les sonará a chino. Habrá quienes recuerden otras cosas y quiénes hayan vivido otras experiencias. Yo escribo mi particular visión de lo vivido.

¿Son mejores las navidades de ahora o las de antes? Pues dependerá de la perspectiva de cada cual y de las experiencias que hayan tenido. Yo, desde esta especie de cumbre que proporcionan los años, pienso que ni todo era malo antes ni todo es tan bueno ahora. Me quedo con haber vivido tantas navidades y con poder contarlo ahora.

¡Sean todo lo felices que les permita su entendimiento, su ética y sus circunstancias...!


Miguel A. Rincón


 

Comentarios

  1. Estupendo relato y aunque yo no las viví tan duras si recuerdo de niña ya tenía alguna cosita mui pequeña pero eso si mui ilusionada y expectante creo que lo importante es la familia y poder disfrutarlas juntos apreciar y valorar lo que se tiene y ojalá te queden muchas navidades Paqui Muñoz com los tuyos.por cierto me e canta Prado del Rey y su gente y lo visito de vez en cuando .Viva tu pueblo y los Pradenses un saludo y felices fiestas

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  2. Las recuerdo así Paqui, las "reuniones" eran el lugar de encuentro y el inicio de los "enamoramientos" y algunas se dejaban hasta bastante después de haber terminado la Navidad. El 31 se improvisaba un disfraz y solo nos comíamos las uvas para volvernos a nuestra caverna particular, donde la luz escaseaba bastante. La edad que teníamos era la justa para que todo pareciera más mágico.

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  3. Muy interesante el artículo, ayuda a tener perspectiva Paqui y a conocer la Navidad en Prado del Rey

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