Estamos creando una sociedad retrógrada en la que se pretende enseñar a los niños y adolescentes a defenderse de los animales, pero no a cuidarlos y respetarlos.
Decimos "estamos" porque en el fondo, de nuestra participación y voto depende que ciertos líderes y partidos políticos apliquen unas políticas u otras. Todo el mundo tiene derecho a ejercer y a llevar a cabo la actividad que le gusta, siempre dentro de unos parámetros admitidos por la legislación, pero... ¿y si supieras que mientras hay centros educativos que no disponen de medios suficientes para dar clase y enseñar, la Junta destina 200.000€ a las Escuelas Taurinas de Andalucía y a la Fundación Toro de Lidia? ¿Y si supieras que parte del Gobierno andaluz quiso suprimir la asignatura de historia para introducir una asignatura de arte taurino?
En este sentido la guerra política siempre ha existido y siempre existirá. Nicolás Maquiavelo, considerado como el padre de la ciencia política moderna, dijo en su día, hace más de 500 años que la política no sólo es la lucha por el poder sino también la lucha por el poder y el poder implantar tu propio poder.
La mayoría de las veces cuando entramos en debates como este parece que entramos en un bucle, en el que siempre se repite lo mismo o incluso parece que estamos en una partida de ping pong, en el que en base a una ideología nos vamos echando el peso del debate unos a otros para ver quién se rinde antes o quién resulta llevar la razón.
La educación y la cultura siempre han sido dos pilares fundamentales en todos los gobiernos de las Comunidades Autónomas. La clave siempre está en cómo y dónde invertir. ¿Se está convirtiendo la cultura en incultura? ¿Le estanos enseñando a las generaciones que vienen llegando una mala práctica de lo que en realidad es una tradición?
La tradición como ya hemos comentado en otras ocasiones, no tiene por qué ser sinónimo de ética ni de pedagogía. Cuando las nuevas generaciones acercan la violencia hacia los animales y no se les enseña los valores como el respeto hacia éstos hay que reflexionar para qué y por qué estamos acostumbrando a los jóvenes a situaciones violentas. Escuelas taurinas que normalizan a retorcer de dolor a un toro y llenarlo de sufrimiento hasta la muerte; llevar a las futuras generaciones a apuntar con un arma a una familia de ciervos, por ejemplo, sin que le tiemble el pulso y mofarse de ello...
En definitiva, camuflar la incultura en cultura para seguir defendiendo lo que en pleno siglo XXI no se puede sostener con argumentos sólidos.
Este artículo sale a raíz de ver a un joven cantando una canción defendiendo la caza, y es que cuando vemos cosas como éstas deberíamos echarnos las manos a la cabeza en vez de aplaudirle. La música es un verdadero placer para los oídos, pero las letras deben ser coherentes con unos valores que debemos transmitir a la sociedad. Para crear música no hace falta enseñar a destruir todo lo demás, y pasa además con ciertos géneros de música que son machistas y que también hace flaco favor a la educación de la sociedad; no sólo hace falta irse al ámbito animalista para saber que en ese sentido no vamos avanzando correctamente como sociedad, y es que pensamos que el respeto por los animales también va unido del respeto hacia los demás aspectos.
En la Sierra de Cádiz debemos aprovechar que tenemos la naturaleza muy cerca para enseñar a la futura generación a respetarla y no confundir la verdadera cultura con la barbarie. Aún queda mucho por cambiar en la mentalidad de las personas, y hay que hacer entender que el daño hacia los demás también nos repercute a nosotros mismos.
Si en Grazalema en vez de hacer el toro de cuerda podemos hacer un festival de música, ¿por qué no va a ser una mejor opción, apreciando la música? Si en Arcos de la Frontera en vez de existir el toro del Aleluya podemos hacer lo que nosotros llamamos cucaña acompañado de varias competiciones deportivas como por ejemplo tiro con arco, carreras de sacos, lanzamiento de jabalina, etc., ¿no son actividades donde puede participar todo el mundo?
Si queremos avanzar en un sistema educativo del siglo XXI no podemos estar mirando continuamente a siglos pasados.
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