Populismo y hegemonía, la polarización del voto en eje izquierda-derecha; por Tiguel Mena

Cuando muchos escuchan las palabras populismo, hegemonía, izquierda o derecha automáticamente se les va a la mente a los partidos políticos, otros piensan en el sistema de partidos y solo unos pocos analizan la influencia de esos términos en la vida política, social y económica. 

Al hablar de partidos políticos pensamos en sus líderes, en el Congreso de los Diputados, en el Senado, el los Parlamentos Autonómicos, etc. Pero, ¿qué hay antes de todo eso? Hagamos un breve viaje en el tiempo para revivir los momentos claves de la historia política y social de España de camino a la democracia. 

La Transición española (aunque muchos llamen “Falsa Transición”) fue un periodo de la historia contemporánea de España en el que se llevó a cabo el proceso por el que España dejó atrás la dictadura franquista y pasó a regirse por una Constitución que restauraba la democracia. Una Constitución que consta de 169 artículos y que incluye la parte orgánica, la parte dogmática, su título preliminar, disposiciones adicionales y transitorias, derogatorias, etc. Dicha fase constituye la primera etapa del reinado de Juan Caros I (a día de hoy rey emérito). 

Existió un consenso en situar el inicio de la transición en la muerte del dictador, el 20 de noviembre de 1975, tras la cual el denominado Consejo de Regencia asumió transitoriamente las funciones de la jefatura del Estado hasta el 22 de noviembre que fue proclamado rey ante las Cortes y el Consejo del Reino Juan Carlos I de Borbón “a título de rey”. 

El rey confirmó al presidente del Gobierno del régimen franquista a Carlos Arias Navarro, pero pronto se manifestaría la dificultad de llevar a cabo políticas de reforma en su gobierno. Juan Carlos I le exigió la dimisión el 1 de julio de 1976 y le sustituyó Adolfo Suárez, quien se encargaría de establecer las conversaciones con los principales líderes políticos de la oposición y fuerzas sociales para instaurar un régimen democrático. 

El camino fue vital para una nueva Ley Fundamental, la Ley para la Reforma Política que finalmente fue aprobada con tensiones por las cortes franquistas y sometida a referéndum el 15 de diciembre de 1976. Se promulgó el 4 de enero de 1977. El 15 de junio de 1977 se celebraron elecciones en las que Unión de Centro Democrático (UCD) liderada por Adolfo Suárez fue la candidatura más votada pero no alcanzó la mayoría absoluta. A partir de ese momento comenzó el proceso de construcción de la democracia en España y de la redacción de una nueva Constitución. 

El 6 de diciembre de 1978 se ratificó en referéndum la Constitución española entrando en vigor el 29 de diciembre. A principios de 1981 Adolfo Suárez dimitió por el distanciamiento con el monarca, presiones internas de su partido, entre otras cosas. Durante la celebración de la votación en el Congreso de los Diputados para elegir sucesor a Leopoldo Calvo – Sotelo se produjo el golpe de Estado dirigido por el teniente coronel Antonio Tejero, el general Alfonso Armada y el teniente general Jaime Miláns del Bosch. Un golpe de Estado conocido como el 23-F, que fracasó. 

Con el paso del tiempo los partidos políticos fueron desintegrándose, sucediendo en espacio unos a otros y orquestando lo que sería el pasado del presente futuro. Las tres fuerzas políticas principales en España en la mayor parte de la democracia y sobre todo en intención de voto de la sociedad española han sido el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), el Partido Popular (PP) e Izquierda Unida – Unidad Popular (IU-UP) la cual se podría decir que es descendiente directa o hija del Partido Comunista de España (PCE), liderado por Santiago Carrillo, entre otros. El 9 de abril, “Sábado Santo Rojo”, Adolfo Suárez legalizó el PCE y los comunistas salieron a la calle con sus banderas rojas para celebrar que después de treinta y ocho años volvían a ser un partido político legal en España, un partido el cual fue clave para la lucha por los derechos, libertades y la democracia en España. El 13 de mayo aterrizó en Madrid un avión procedente de Moscú que llevaba a bordo a Dolores Ibárruri, la Pasionaria, que volvía a España después de un exilio de treinta y ocho años. Fue la primera mujer el liderar y presentarse a unas elecciones generales en España. Fue por el PCE. 

Desde 1982 hasta 2015 España ha vivido bajo el dominio de dos partidos políticos, lo que comúnmente se ha llamado como las élites del bipartidismo. Es aquí donde aflora una hegemonía partidista en la cual durante más de treinta años se han intercambiado el poder entre PP y PSOE. Un acomodamiento en el que incluso una gran parte de la población llegó a pensar que estaban utilizando el aparato del Estado contra los intereses de la mayoría social. 

El pueblo no se sentía partícipe de las principales políticas sociales y económicas, se sentía excluido y llegó hasta el punto en el que la desafección hacia la política alumbraba cada calle, cada barrio, cada plaza. Las asociaciones, sindicatos, colectivos sociales y partidos pequeños empezaban a moverse, a reivindicar sus derechos, a exigir lo que les pertenecían. La gente empezaba a reclamar simplemente que se cumpliera lo que establecía la Constitución. La mayoría se preguntaba cuál era el problema fundamental, algunos economistas y politólogos decían que la economía, otros que el propio sistema, pero la realidad fue otra de mucho más calado. 

El problema fundamental es que el poder real nunca ha estado sometido a controles democráticos, y… ¿cuáles es el poder real?, ¿es el poder real el poder que tienen los diputados? Pues tienen un poquito de poder, pero ese no es el poder real. ¿Es el poder real el poder que tienen dos individuos libres que se unen para la firma de un contrato que los vincula al ámbito empresarial? Tampoco. El poder real está entre quienes acumulan muchísimo poder en muy pocas manos, que tienen un inmenso poder que jamás pasa por las elecciones y que es reelegido sistemáticamente, día tras día por mecanismos no democráticos. ¿Cuáles son esos mecanismos no democráticos? 

La economía, por ejemplo, pero no cualquier economía sino una economía en particular. Una oligarquía que jamás ha sido capaz de hacer negocios sin el apoyo del Estado (monopolios regalados, precios regalados, fuerza de trabajo mediante la represión, uso de infraestructuras públicas sujetas a negocio). 

Unas élites económicas que se enriquecieron gracias al Estado, pero criticando al Estado. En ese preciso momento una muy buena parte del país notó que la soberanía había sido secuestrada, que las decisiones más importantes se tomaban a “puerta cerrada”, de “espaldas al pueblo”. Recordemos que la soberanía es una ficción, es decir, la soberanía la tenemos entre todos, nos hemos encontrado entre todos en una situación en la que hemos hecho un pacto para darlo a unos representantes, esos representantes llegaron a un momento en el que se emanciparon, ¿se emanciparon por ser egoístas? No, se emanciparon porque en realidad fueron siervos de los que verdaderamente gobiernan, de esos señores que jamás pasan por las elecciones, que son españoles y patriotas cuando juega la selección, pero al mismo tiempo tienen sus finanzas en paraísos fiscales. 

Es ese el problema fundamental y fue el problema que el 15M puso de relieve. Tras el terremoto cultural del 15M nació una nueva fuerza política situada entre Izquierda Unida y el Partido Socialista Obrero Español, la marca Podemos. Sus dirigentes encabezaron una candidatura por el cambio político en la que buscaban el famoso sorpasso al PSOE y colocarse, así como una amenaza del sistema político, dicho de otra forma, eran antisistema. La principal idea era rejuvenecer la política española a través de la transversalidad. Un movimiento que supuso la polarización del voto en el eje izquierda – derecha. Una buena parte de los votos socialistas se esfumaron hasta encontrarse con simpatizantes de Podemos, denominados progresistas y en el que la irrupción del partido estacionó en un parlamento que se dividió para poner fin al bipartidismo. 

Los partidos tradicionales dudaban de si mismos e incluso tuvieron que sacrificar ciertas piezas para lograr el voto de centro esfumado. Izquierda Unida y Podemos se unieron en confluencia para llegar al poder y así erosionar a un bipartidismo que tenía sus días contados, pero dos personas (Pablo Iglesias y Alberto Garzón) no sumaron para el sorpasso. 

El acoso y derribo de los medios de comunicación y las élites económicas, junto al discurso de los portavoces de los partidos tradicionales dio lugar al pensamiento social de que los partidos progresistas estaban dentro de sus propios discursos populistas y demagogos. Adentrándome en la materia, y más concretamente en la Ciencia Política, debemos recordar que hay tanto populismo de derechas como de izquierdas. 

El populismo de derecha es una ideología que combina la retórica y temas populistas. Según Cas Mudde, un politólogo neerlandés, el populismo divide a la sociedad en dos entes homogéneos y antagonistas: el pueblo y las élites, argumentando que la política debe ser la expresión de la voluntad general del primero. La retórica consiste en sentimientos anti-elitistas, oposición al establishment y hablar cerca de las masas. A diferencia de populismo de izquierdas que consta de sentimientos anti-elitistas, oposición al sistema y hablar para la gente. 

La derecha política española siempre ha achacado a la izquierda su discurso del paraíso, es decir, prometer medidas y causas que están lejos de la realidad de la sociedad. La izquierda ha modelado una España de justicia social, en la que nadie sea más que nadie, justicia fiscal para que las clases altas se abrochen un poco el cinturón y aporten económicamente más través de impuestos incluso específicos para equilibrar la balanza en país más justo, más democrático. 

Debido a la crisis económica y a la erosión del PP irrumpió en el espacio político español la formación liderada por Santiago Abascal, que ya militó en las juventudes el PP, el partido VOX. Una fuerza política integrada por viejos conservadores de las políticas de M. Rajoy y de tradición postfranquista, Se sitúa en la extrema derecha de la política española y tiene una ideología y un sentimiento nacionalista, prueba de ellos es el mero hecho de aferrarse a la bandera de España como si solo fuera de sus líderes. 

En todo caso Vox es una escisión del PP, es un partido que siempre estuvo ahí pero que sus líderes y militantes votaban al PP, ahora ese espectro político se polariza y se conjuga entre partidos: PP, C´S Y VOX. 

En sus discursos apelan a por la defensa de la unidad nacional, recuperar el protagonismo internacional, regenerar la política, abolir las autonomías, una justicia independiente y promoción de la cultura. 

Lo cierto es que a estas alturas y en 2020 ha utilizado su palanca representativa en el Parlamento Andaluz como un laboratorio de políticas. Sus discursos están cargados de odio en el Congreso de los Diputados y no van más allá de derrotar al Gobierno sin aportar ninguna enmienda que favorezca a la mayoría. 

En el espacio de la izquierda surgió el movimiento Más País, liderado por Íñigo Errejón, estratega político y cerebro en las campañas de Podemos, de cual es una escisión. 

En un parlamento cada vez más fragmentado en el que los diferentes grupos parlamentarios deben ponerse de acuerdo para llevar acabo medidas en torno a la mayoría cualquier discurso, difamación y en la que la dicotomía de los partidos políticos está presente para mantener esa hegemonía en el tablero político hace que la credibilidad en las instituciones se vaya degradando por días. 

Recientemente Abascal anunció en la tribuna del hemiciclo del Congreso que llevaría a cabo una moción de censura para septiembre. Esa moción de censura no va directamente en contra del Gobierno, principalmente porque sabe de antemano que no tiene la mayoría parlamentaria para sacarla adelante. Va en contra de Pablo Casado en un intento de ganarle ese espacio hegemónico de la derecha y posicionarse como líder de la oposición, al menos en intención de voto. 

España está fragmentada, pero ojo, no entre buenos y malos, sino por la diferencia de clases. No hay elemento más profundo de evidencia que ricos y pobres. El argumento del “!Viva España, arriba España, ¡todo por España!” quedó muy atrás. Es un discurso que ni siquiera pertenece a mi generación. Parece que ilusiona, pero a cambio de qué. 

A España la rompe la desigualdad y no la une las banderas, por mucho que nos identifiquemos con ellas.


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