Muchas cosas, así de contundente es mi respuesta. Y dependiendo de la edad que tengas, el pueblo te ofrece unas u otras. Desde pasarte el día en la calle jugando, la libertad de quedarte hasta tarde, poder recorrer todas las ferias de los pueblos vecinos, hasta la tranquilidad que da para vivir y más facilidades a la hora de comer productos más naturales.
Y si no, que se lo pregunten a los madrileños o sevillanos, por ejemplo, que verano tras veranos y los fines de semana vienen hasta Cádiz y la Sierra para pasar los días de descanso. O los ingleses, alemanes y franceses que se han afincado en estas tierras.
No hay más que ponerse en cualquier cruce de la A-384, la carretera que va a Jerez, e intentar salir con el coche. Pasan coches, muchos. Y los domingos vuelven los coches, y son muchos.
Es cierto que hay pueblos y pueblos. Y no se pueden comparar los pueblos del centro del país, con los del sur. Allí, la España despoblada es más acuciante. Y las faltas de oportunidades laborales demasiadas. Los jóvenes, de momento, no quieren trabajar en el campo. Pero quizá haya que buscar la opción alternativa. Vivir en el pueblo con trabajos modernizados.
Yo tengo dos pueblos, el de mi padre en Burgos, que no llega a los 1.000 habitantes, y el de mi madre, Algodonales. Y desde pequeña yo lo he tenido muy claro, yo era "andalusisa". He vivido en Vitoria, en Madrid, y ahora en Algodonales. Y no lo cambio.
Hay veces que echas de menos disponer de más variedad de ocio, restauración, tiendas... pero ¡qué leches!, la Sierra está muy bien comunicada. Tenemos Sevilla a una hora, Cádiz a otra, Málaga a hora y media y Córdoba a dos.
Yo en Madrid he tardado hora y media en llegar a mi trabajo, y ¡sin salir de la ciudad! Eso sí que es una locura y una pérdida de la calidad de vida. Metro, coche, atasco, y de vuelta a casa, atasco, coche y metro. Y has perdido 3 horas de tu vida, de tu familia y de tus hijos. Y llegas a fin de mes, estresada, angustiada y con medio sueldo menos en gasolina.
Mi pasión por el pueblo ha pasado por diversas fases; de pequeña me quería quedar a vivir, de adolescente era la libertad que no tenía en la ciudad. De universitaria ya el pueblo no me llamaba tanto, prefería ir a otros sitios. Y a partir de los 26 comencé a visionar la vida en el pueblo para mi jubilación.
No somos conscientes de la suerte que tenemos de poder ir andando al campo, al río. O coger el coche y en menos de 30 minutos estar a la entrada del Parque Natural de Grazalema. Que nuestros hijos crezcan con mayor libertad rodeados de parajes naturales.
Abrir la ventana y ver el cielo, el pantano, el monte... en vez de un bloque de pisos con los aires acondicionados decorando la fachada.
Dadle a un urbanita un tomate recién cogido de la huerta, una naranja o una lechuga. Ese sabor no lo han probado en su vida. El madrileño no sabe lo que es sentir la brisa de la noche entrar por la ventana, ni el salir a la puerta de la casa con la silla para hablar con las vecinas.
El de la ciudad tiene que pagar una entrada a la piscina, ¿qué tenemos nosotros aquí? Bocaleones, el río Majaceite, entre otros y ¡gratis! Podemos disfrutar de la naturaleza sin pagar por ella.
La Sierra tiene mucho futuro. Tiene un montón de cosas que aportar, naturaleza, gastronomía, cultura, paisajes, ocio... que no se encuentra en otros lugares de España. La Sierra es única y tenemos que aprovecharla.
Además, los pueblos son recuerdos. Recuerdos de tu familia a la que solo veías en verano, recuerdos de las comidas que hacía tu abuela, recuerdos de los juegos con los primos, y probablemente, recuerdos de tu primer amor.
Y tú ¿qué recuerdos tienes de tu pueblo?
Buena reflexión.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, yo no cambio mi pueblo por ninguna ciudad por muy bonita y famosa que sea...
Me gusto mucho tu articulo Ana.
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