Viendo los sucesos que están ocurriendo como la muerte de George Floyd a manos de un policía estadounidense me vienen a la mente mil pensamientos. ¡Qué llenos estamos los blancos de prejuicios, de superioridad y de falta de civismo solo por el hecho de haber nacido blancos! ¿Qué nos está pasando? Sin darnos cuenta nuestra transformación como sociedad ha ido en declive.
Leyendo las noticias, que son el megáfono del tremendismo, siento que estamos ante un momento histórico mundial un tanto surrealista en el que la desigualdad y la intolerancia van de la mano. Todos pensábamos años atrás que en el futuro próximo todas estas desigualdades e injusticias hacia los grupos vulnerables no iban a existir. Creíamos que acabaríamos con el racismo, la misoginia y la homofobia. Teníamos esperanzas de un cambio a mejor. Pero, sorprendentemente o no, se han reforzando “gracias” a líderes con pensamientos retrógrados e inaceptables. Líderes de grandes grupos de personas tercas que me hacen perder la fe en la humanidad.
Recuerdo que, cuando estaba cursando bachillerato, leí un artículo de Rosa Montero titulado “el negro” que viene al dedo para los acontecimientos que se están dando en la actualidad. En él se refiere a una anécdota de una estudiante alemana que se confunde de mesa a la hora de comer y cree que un chico negro se ha sentado en su sitio y le ha quitado su bandeja de comida. Aún así él no le frunce el ceño y comparte con gusto su almuerzo. Lo curioso es que, cuando terminan de comer, la estudiante se da cuenta de que es ella quien se ha equivocado de mesa. Claramente aquí la chica ha mostrado un prejuicio sobre el chico negro. Ese recelo que muestra Rosa en este artículo es el que tiene una parte de la sociedad hacia los negros y por eso hoy lo saco a la luz y me remonto a él. La opresión contra la raza negra se manifiesta en nuestra vida diaria, desde hechos como el de la chica y su almuerzo, hasta instituciones que extralimitan su poder, volviendo al caso del abuso por parte del agente americano.
Después de la lección que nos ha dado la estudiante alemana, solo pido que dejemos al lado esta competición racial porque nadie es más que nadie por lucir un tono inferior en la escala de colores de piel. Dejemos de asumir que por pertenecer a un tono más oscuro ya esa persona es mala o criminal. Dejemos de abusar de las comunidades minoritarias. Dejemos de tratar con más privilegios a los que tengan la piel clara. Dejemos de tener la mentalidad retrógrada y el pensamiento de beneficiar a los blancos. Basta ya de este estereotipo basado en imágenes negativas en contra de las personas negras y contribuyamos a hacer de este mundo uno mejor cumpliendo con nuestro papel de personas cívicas que saben usar la razón y potenciar la justicia sin reducir nuestro activismo al simple hecho de subir una foto en redes sociales.
Recordemos y apliquemos en nuestro día a día la paradoja del filósofo Karl Popper: no se puede tolerar la intolerancia.
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