Cuando se aprieta el sol, muchos suelen pensar en qué viaje realizarán para aprovechar al máximo el verano. Hablan de hoteles de cinco estrellas, de caletas, de mojitos, de hamacas caribeñas y de fiestas ibicencas. Mis amigos y yo, por el contrario, desprendemos felicidad porque somos consciente de que comienza de nuevo nuestro viaje mental hacia las noches largas en el pueblo.
Después de cenar, salimos a “tomar el fresco” a la Plaza de Andalucía, el epicentro de San José del Valle, donde las agujas del tiempo se mueven al compás de las cigüeñas. Allí, tras aportar nuestro granito de arena a la reactivación de los bares locales de los alrededores, nos sentamos en el templete de la plaza y retrocedemos hacia la Atenas de Pericles. En esas madrugadas silenciosas, dialogamos de temas profundos o de las preocupaciones más íntimas, estando como única moderadora la luna. Pedimos la palabra con la seguridad que da saber que nuestras opiniones argumentadas no serán juzgadas.
Sin ir más lejos, ayer el tema principal fue el amor, y llegamos a conclusiones tan interesantes como la de que realmente amar de forma romántica es una forma de egoísmo, porque responsabilizamos a la otra persona de tener que traer nuestra felicidad, algo que nos corresponde a nosotros mismos. También pensamos que en el tipo de relación impuesta socialmente las parejas se conciben como propiedad privada. Partiendo desde este análisis, terminamos hablando de las ventajas y desventajas del poliamor e, incluso, nos permitimos el lujo de criticar la moda de usar “todes” como algo inclusivo, sin que nadie nos censurara.
Todos sabemos que, aunque nuestro sistema político es democrático, en el mundo actual domina la dictadura de lo políticamente correcto y del pensamiento único. Es difícil hacer análisis sobre ciertos temas que parecen tabúes, porque cuando los realiza surge de la nada el censor posmodernista, que confunde su ideología con la verdad absoluta, para llamarte “fascista” o “comunista”, sin tener en cuenta la definición histórica de ambos términos. La realidad tiene demasiados puntos de vistas como para que alguien crea que el suyo los engloba a todos.
Por esto amamos nuestra Ágora particular. Nos sentimos respaldados por la prolongada sombra de Sócrates y Platón. En estas madrugadas de verano, nuestro sistema no es la Monarquía Parlamentaria, sino la libertad que hemos creado a través de las palabras que no pertenecen a nadie, pero que cuando se dicen le producen bienestar ético a todos.
Sobre las tres de la mañana toca irnos. De camino a casa compramos molletes en la panadería más cercana, para que al día siguiente en el desayuno no olvidemos el aire veraniego que tiene estar en buena compañía ejerciendo la labor de ciudadano, sin la presión de los nuevos dictadores. Por ello, si estás cansado de no poder expresarte libremente, o deseas contar un problema profundo que no todo el mundo está dispuesto a escuchar porque te dirían “tóxico” para evitar ayudarte, te esperamos esta noche en el Ágora del pueblo. Ven, y descubrirás que la felicidad no está tanto en viajar a lugares exóticos, sino en elevar el pensamiento hacia el placer de sentirse libre en este mundo de oprimidos y ofendidos.
Son las ventajas de vivir en un pueblo, tengo una duda, a las 3 de la mañana están abiertas? Jjaja
ResponderEliminarSí, están haciendo el pan a esa hora y puedes comprarle pan recién hecho 😅😍
Eliminar